Y yo... yo me vuelvo consecuente


Vivo el hoy,
inyectando cada segundo
con antídotos de olvido.
Muero en el siguiente paso
intentando comprender
cuánto tiempo se tarda en vender un sufrimiento.
Me acerco a tus rincones celestiales,
ahora ya divorciados de alegría.
Y tú…
tú me acompañas a respirar en el vacío.


Y reniego de mirar las mismas cosas,
el mismo terciopelo de tus manos
que segregan voces de un abisal silencio.
A veces me contraigo en el dolor,
otras más sonrío en contradicción a lo que siento.
Se transmutan mis suspiros a lo incierto
en honor a ese pasado no vivido.
Y tú …
Tú permutas la máscara que separan nuestros lienzos.


Y dentro de un cuerpo que no me pertenece
juega un alma,
levita un verso almidonado con migajas de te quiero;
se invaden sueños y se eternizan tiempos,
minutos disecados donde susurran
y convergen unos ojos con el cielo.
Estallidos de palabras revisten de infinito
un instante con olor a besos.
Y tú… tú comienzas a ser mío.

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