Ayer y hoy




Elocuentes nebulosas de un pasado,
cantar bohemio con la voz callada
por el paso de los tiempos.
Una profecía,
un rostro dibujado en cada esquirla del silencio.

Y te llamabas ilusión,
trazos de pasión aglomerada,
lenta luz que cohabitaba con mis usados pensamientos.

Te llamabas verso,
linimento fugaz de mi palabra,
un rizo de avellana precursor imaginario de lo eterno.

Se cierra inminente el telón de los ayeres
malogrando los minutos de tu luz haciendo eco.

Se desnuda el hoy
y en un devenir extraño de los cielos
tu nombre comenzó a llamarse lejanía,
y a mi …
A mi la luna en su inconstancia
bautizó mis ojos con el agua de los miedos.

El presente que corrompe se desvela
posándose en la inmensa esclavitud del sentimiento,
es un ahora…
Y duda siempre entre llorar o sentirse satisfecho.

Es un horizonte,
cofradía de perfumes blanco celestial
que coloca tu sonrisa en el ámbar de los sueños.
Mientras yo …
Yo estrangulo mi memoria para no morir
en el azul turquesa del recuerdo.




Sin ti ... sin mi ... sin nada


Clamor sin cielo, lunas de noviembre inexistente,
un altar que palidece por carencia de los sueños.

Muda de las manos… silente herrumbre de mi voz.

¿Acaso sin tu piel es posible vomitar un verso?

Se despide la esperanza, se hacen grandes los declives,
muta la razón hacia el gemido que te extraña.

Vida mía, dime:
¿Cómo se nace de nuevo sin el sol de tu mirada?
¿A quién le vendo el dolor si estoy al límite del miedo?

Deshojo el tiempo caminando los recuerdos,
calidez sin par, elocuencia de lo cierto.

Lo confieso…
Medía la orilla de la ausencia
y anhelaba descubrir cómo se besan las distancias.
En ese momento… en el pasado,
cuando tú me amabas y yo adoraba tus silencios.
Cuando te tenía, cuando respiraba,
¡Cuando estaba viva!