Contigo


Te beso…
y descubro un mundo arraigado a mis momentos,
es tu piel, tu sabor a mar y a sueños,
esa voz esparcida entre la brisa
que me invita a disfrutar de los silencios.

Me miras…
y tu pupila renace de los cielos
y me toca sin rozarme,
impasible como el tiempo
invadiendo el sol de mi otra vida;
eterno, locuaz, invulnerable.

Te abrazo…
y tus segundos mutualizan
lentamente con mis manos.
Me escondo en tu sustancia,
en tu fugaz anatomía,
y divago,
y me encuentras dibujando
tu perfume en los ocasos.

Me sientes…
Y te aprendes de memoria
el susurro de mi aliento,
impregnas de tibieza
la aurora que se cansa
en el afán de remedarnos.

Te visto con la piel del corazón
embebida en el espacio de tu calma.

¿ Si ves mis ojos que claman tu morada?
¿Alcanzas a percibir los latidos de mi alma?

Es mi sonar de melodías el que te habla,
una luz latente, intangible, sorpresiva.
Es mi imagen la que abrevia tus instantes,
quien te busca en el elixir de mi almohada,

Te beso, te miro, te siento …
en mi ser, en mi sangre, en mi motivo,
en el sublime lugar donde mi anhelo calla






Proceso inverso





En mi estado de equilibrio
busco el aroma tibio que te abraza,
esa palabra que sujeta mi melancolía
y que tiene el sabor de tus silencios.


Soy alquimista de tus sueños,
de tu susurro en el oído
que descifra la voz de mi cerebro.
Soy la fragancia que despierta tus sentidos
y descomprime lo prohibido de tu cuerpo.


¡ bendita sea tu luz que me dibuja !
¡ bendita la caricia que me das en la distancia !


En mi sol, en mi condición normal,
en lo espontáneo de mi ambigüedad,
justifico la sonrisa que amenaza condensar mi alma.
Imito la agonía de tus segundos
disfrazados de fluidez en mi presencia;
cuantifico los te quiero
y una deuda interminable te hace víctima de un beso.


Así mismo yo,
anclada en lo superficial de una razón
por minutos me someto,
por instantes simplemente muero…


Y yo... yo me vuelvo consecuente


Vivo el hoy,
inyectando cada segundo
con antídotos de olvido.
Muero en el siguiente paso
intentando comprender
cuánto tiempo se tarda en vender un sufrimiento.
Me acerco a tus rincones celestiales,
ahora ya divorciados de alegría.
Y tú…
tú me acompañas a respirar en el vacío.


Y reniego de mirar las mismas cosas,
el mismo terciopelo de tus manos
que segregan voces de un abisal silencio.
A veces me contraigo en el dolor,
otras más sonrío en contradicción a lo que siento.
Se transmutan mis suspiros a lo incierto
en honor a ese pasado no vivido.
Y tú …
Tú permutas la máscara que separan nuestros lienzos.


Y dentro de un cuerpo que no me pertenece
juega un alma,
levita un verso almidonado con migajas de te quiero;
se invaden sueños y se eternizan tiempos,
minutos disecados donde susurran
y convergen unos ojos con el cielo.
Estallidos de palabras revisten de infinito
un instante con olor a besos.
Y tú… tú comienzas a ser mío.