He descubierto ...



He descubierto a que sabe la soledad,
tiene el cítrico color del infinito
y huele a la sombra implacable de un olvido.
Se vuelve manos que persiguen y arrinconan,
revela fotos de ese algo que nunca ha sido mío.

El miedo se atrinchera… la calma presiente su relevo.

He descubierto que recordar es morir un poco,
que mi vestido de esperanza se deshila en un secreto
y respira solo cuando dice un nombre en el silencio.
Es la nostalgia de un acceso denegado,
un error de la memoria formateada con defectos.

La sonrisa se pierde… el alma comienza su descenso.

He descubierto entre la ausencia
que no puedo hablarle al aire;
que soy anhelo ilógico… oclusiva esencia,
pasión escondida por un amor en lejanía,
cuerpo al trasluz, convicción sin vida.

La evolución se detiene… se añora la presencia.

He descubierto los sabores grises de los días
y el salado de una lágrima que invade.
No hay templanza que me impulse
a escupir la cara del destierro.

La fortaleza balancea… Mi neurona muere en el intento.



Amor al viento


Amor al viento,
mis susurros son esclavos de tu nombre,
pasajera de tus sueños,
tus pendientes son mi viaje sin retorno.
Una mirada, un gesto,
y se desarman las voluntades de mi cuerpo.

Amor al viento como tu cabello espeso,
calidez que seduce mis instintos,
oda cantada a mi existencia.
Una sonrisa, una palabra,
y mis versos se someten a tus besos.

Mi cuerpo te analiza
y decisiones mueren en mi mente:
quiero alcanzarte en mi penumbra,
quiero posarme en la dulzura de tu calma.

Amor al viento que argumentas lo imposible,
tu oceánico mirar le cose alas a mi alma. 




Despojos de ... No se


Hiberna el sol cabizbajo
en memoria de un verano que no existe,
pasan horas … inútiles disfraces,
atribuyéndole a los días el cítrico sabor viscoso
de la impasible sobriedad del viento …
Es el tiempo de llorar lo que nunca se ha vivido.

¿Qué se encuentra después de un sueño no cumplido?

Solo una luz que no convence a
la inconfesa desilusión de la mañana,
una poesía sin verbo
y en los ojos de la nada
una lágrima que extraña.

Llanto y placer en ejercicio de su voluntad
segregan del dolor simples gemidos intermedios
y se homologan descarados a lo inaudible de la voz.
¡ Dios mío !
Qué difícil es amar cuando la mente divaga
entre la dignidad y los recuerdos.

Se encuentra en los maltrechos horizontes
la respuesta nunca pronunciada o esa
que se dice y que se duda en aceptar,
se vuelven saliva los intentos de palabras,
no hay pronombres que definan la derrota del honor.

Y si … se subleva el tiempo encadenando las historias,
todo un enemigo pretencioso que se oculta
en la caleta primitiva donde se guardan las certezas,
y se arrepiente la boca de expresar lo que callaba.

¡Dios mío!
Que oportuno es el silencio
cuando el alma nada en la tristeza.



Uno y mil



Una sombra se cobija en mi interior,
mil horizontes vociferan unas rosas.
Anestesiada por tu voz
mi alma te busca aligerada;
mi corazón caliente
danza al pie de tu palabra.

Una sonrisa se esconde a mi mirada,
mil promesas rompen mi silencio.
Mi andar descalzo en la ensenada
traspasa las barreras de tu tacto,
miel protagonista de pasiones:
mi vientre se subyuga
adelantándose a tus pasos.

Un recuerdo marchita mis instantes,
mil canciones proliferan mis extremos.
Mi leyenda entristecida
busca posarse entre tus besos,
acampo en tu fragancia
que vuelve húmedos mis sueños.

Un dibujo del pasado amenaza destrozarme,
mil sinsontes cantan primaveras a mi oído.
Mis notas de acordeones se acompasan a tu ritmo,
la distancia se diluye presurosa hacia tu instinto;
sol que me desarma y en cual quiero quemarme.

Un motivo tengo para claudicar,
mil razones me quedan para amarte.


Si sirviera pensar


Si pensar en ti bastase para abrazar tus ojos,
gobernaría mi mente y tatuaría con ámbar
las ideas que se desglosan de tu boca.
Incipiente paraíso el templo de tu cuerpo
que amarrado a mis caderas
devenga el sueldo del amor a lo prohibido.

Atrapada en tu guitarra que desconoce mis auroras,
me encuentro con tu luz hilvanando mis sentidos.

Si imaginarme mía
esa voz que no susurras a mi oído
hiciera que tu vuelo se regocije entre mis brazos,
congelaría el infierno de manos amarradas
y alcanzaría las esquinas de la luna que te guía.

Si imaginarte frente a mi
te hiciera pernoctar en mis lugares,
le compraría a la vida memorias más extensas,
vendiéndole a los vientos de un agosto mil suspiros.

Si pensar en ti bastase para tenerte entre mis manos,
tu piel no la tendrías … ella dormiría conmigo.



Delirios


Al alcance de los dedos un roce que define,
que apuñala y encarcela los segundos;
lanza en ristre sobreviene el temor … la invasión.
¿En qué momento dejó el tiempo de ser inexorable?
¿Cuándo se acobardó y dejó de ser eterno?

El silencio que mutualiza con mis días
despliega signos, vomita rosas ya sin cielo.

¿En qué preciso instante cambió de dirección el viento?
¿Cuándo se disfrazó mi aguerrida voluntad?

Retórica divaga mi mente como el alma misma,
desdibujada, inconsciente y en sobredosis incapaz,
me retracto del abismo … esperanzada,
pero a veces …
a veces congelo el sol y me lanzo a él,
colisionando el ayer con el presente,
atrapando un hoy que no me pertenece.

Confiésate inocente si inocente eres…
¡ Maldito destino que yo misma construí !

Nado en el desierto del que piensa con los pies,
sepultada en el alud de los misterios.
¿En qué momento se le puso precio a los silencios?
¿A quién hay que pagarle la cuota por vivir?

Lo siento …
soy la descendencia inútil de mis propios pasos,
del milagro en mi memoria que no me atrevo a dirigir.
Una pileta de aguamiel sin sentido… ya sin rumbo;
la escollera que abrazaba convirtió mis ojos en fracaso.
Me expongo inminente al devenir implacable de la brisa.

¿Si se escucha el estruendo de mi mundo?

Nada para rescatar…
Simplemente es la mentira cobarde de mi risa.

¿Alguien me entiende?


A veces no soy yo,
mi tristeza es la que habla,
no le pertenezco a las leyes de la lógica,
creo que moriré tratando
de robar la tilde de la “o”.
Entonces pienso … - claro está -
cuando mi materia gris no se está riendo :
¿Para qué me quiero?
no quiero ser dueña de una voz que no me deja ser libre,
lo que mi mente pronuncia, en silencio ella maldice.

A veces no soy yo ;
divago en la inocencia de dibujos animados,
despierto impúdica en un liguero transparente,
¿Por cuál entonces decidirme?
¿Para qué quiero ser yo si mi ego no me entiende?
mi conciencia clama libertad,
mi presente dice que me espere.

A veces no soy yo,
invito al mundo a profanar mi boca
y teorice con certeza lo que a mi gusto asombra:
el sabor de un horizonte en mi lengua y mi memoria;
un horizonte que se aleja si me acerco,
un horizonte que me llama si me alejo,
un horizonte que seguramente sabe a gloria.
todo es duda,
el miedo aparta más de mi cualquier indicio de victoria.

Quiero renegar pero mis dedos no alcanzan a perder su sombra,
etérea me siento ,
e inicio mi vuelo a perseguir un sueño,
el viento celoso lo esconde de mis pasos
y me anima siempre a comenzar de nuevo;
la carencia del autoperdón
no me dejaría empezar de cero.

Rotunda me niego a querer ser otra,
de ninguna manera quiero ser yo misma.

¿Alguien me entiende?