Y si te dijera


Si te dijera que mis pies
siempre te buscan en los
rincones mas apartados de mi estancia,
que tu nicho inmaculado es el
espacio más sagrado en mi memoria,
que dibujo corazones en el viento
y desgrano las letras de tu nombre
queriendo saber a cual de ellas pertenezco ...

¿Me amarías más?

Si te dijera que en virtud de lo que siento
deshumanizo tu ser,
lo vuelvo lento
y te convierto en ángel,
que me enervo al pensarte
coaccionado por mis sueños,
que me amarro al mundo
donde impera tu recuerdo...

¿Acaso me amarías más?

Si te dijera que mi llanto
ha crecido con el tiempo,
que por ósmosis canto a tus auroras
y tu presencia de distancias
vuelven un nudo mis reflejos,
que tu pelo me convierte
en un manojo en el desierto
y mi mente se aniquila
por posar sus manos en tu cuerpo ...

Seguro me amarías más.

Y si te dijera que de tu voz
solo me está quedando el silencio...

Mi pecado eres tu



Me miras
y mis ojos se hacen dueños de tu brillo,
mi alma se calienta,
tu imagen embelesa mis sentidos;
no soy yo,
un tatuaje es mi lento recorrido,
vivo y muero en tu noviembre,
mi pecado es lo prohibido.

Me sonríes
y el tiempo se detiene en un instante,
la miel de tu cabello
es mi plegaria en el silencio;
no soy yo,
es mi mente que se eclipsa con mirarte,
vivo y muero entre pulseras,
mi pecado está en soñarte.

Me hablas
y mi espacio se aligera por tu aliento,
un beso imaginario mi boca lo deleita;
no soy yo,
son mis manos que deliran por tus vientos,
vivo y muero en tus cadenas,
mi pecado es lo que siento.

En la biblia de mi vida
se eterniza tu argumento,
eres tú mi redención,
eres tú mi salmo abierto.


Imaginame sin tí


Imagina que tu altar palidece
y se derrumba de mis hombros,
que mis alas de papel
se distorsionan
y no alcanzan a cobijar tu rostro.
Imagina que no te tenga
y que mis ojos se desperdicien
buscando tu imagen
en los trayectos que me acercan a tu historia.

No sería nada sin tu sonrisa en mi poesía,
sin tu energía en mi letargo,
sin tu existencia en mi memoria.

Imagina mi música sin tu melodía,
mis manos aferradas a tu sudor inexistente,
mi piel ansiosa carente de perfume,
inexpresiva, ausente.

No sería nada sin tu nombre
durmiendo en mi presente.

Mi dulce amor distante;
imagina mis pasos sin tu rumbo,
mi pasión sin la ruta que describe tu cabello,
sin el sol de tu mirada
donde evoluciona mi alma.

No sería nada sin tu boca que contagia,
sin tu lejana anatomía
protagonista de mis besos,
sin el sueño de tu voz
gobernada por mi espalda.

Mi amante amor ausente;
imagíname sin ti
y serás testigo
del dolor en su máximo exponente.
_
Llegas a mí




Llegas, y tu palabra arrincona mis tristezas,
bebes mi aliento y elevas al cielo mis instintos.
Llegas con luz, con la calma de tu música que envuelve,
con el infame sinsabor de lo prohibido.

Llegas con eternidad, con la pausa que necesita mi rocío,
con el calor de tus besos escondidos,
con esa flor que me regalas cada día.

Llegas y te detienes, me enredo en tus momentos,
me desvisto en tu clamor, me absorbes, me conmueves,
mi magia se libera en tu argumento.

Eres tú quien seduce mi poesía, quien incita mis letargos,
quien calienta mis silencios.

Llegas en las mañanas vida mía, te atenazas en mi tiempo,
te proliferas en mi espacio, redunda tu melodía
al son de tu recuerdo que impacienta.

Lo sabes amor, sabes que  acordonas con tu olor 
lejano  todo rincón de mi existencia.

Pero llegas a la vez tan ausente, divagante, 
incrustado en la distancia,
demonio que  no deja que me disuelva en tu cabello,
que me enerve con tu voz, que me arrodille a tu guitarra.

Kilómetros que duelen, que limitan mis anhelos,
que me impiden condenar lo dulce de tu boca al
gemido pretencioso de mi cuerpo.

Llegas a mí, pedazo de cielo, con tus sabores de montaña,
con el tiple a quien le cuentas tus secretos, 
con tu acento musical que me atraviesa el alma.

Y tu poder está en tocarme sin tocarme, desvanecerme sin mirarme, consumirme sin sentirte. 
Tu arma es poseerme a través de un cristal y el infinito.

Llegas a mí, tácito y sublime, con tu fugacidad perenne,
te duermes en mis brazos y me salvas de mi misma.
Llegas cual pedazo de vida, y traes contigo la perfidia,
el llanto de saber que no eres mío.