Sin remedio y sin final



Gélidas pasiones
se tatúan obtusas en mi mente,
acacias de tu pelo
que a mi cuerpo no dan sombra,
alma que gime ante un dolor
que nunca duerme.
Soy yo,
enferma en telarañas de la ausencia
que sonriente es asesina de mi luz,
comiéndose callada mi existencia.

Mis ojos convencidos
ya no sé donde esconderlos,
es el ruido de la vida
que mancilla mis oídos,
al cual, exhausta de luchar,
lentamente me someto ...

¿Existe en tu memoria algún rincón que me bendiga?

En ese espacio anhelo sustentar
la dulce voz de tu recuerdo.

¿Alcanzas a palpar mi corazón por un instante?

Es él quien se sumerge
amilanado por tus dudas.
Soy yo,
que ni siquiera me muero
para dejar de amarte.

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