Diálogo sin ti


Padezco delirios,
sublimes cadenas de la ausencia,
saben a ti, a tus secretos.
Colores de sombras que persiguen
y se enquistan en mi sangre;
se desbarata la ilusión
de tu rostro entre mis dedos.

Amor … dime,
¿Recuerdas como te abrigaba mi sonrisa?
Ya no existe,
se mezcló con un verdor desconocido
y encontró casa lejos de mi boca.
Expiró en tu tiempo,
en la bruma que tu adiós
le impuso a mi camino.

¿Te había dicho ya las culpas que carga mi silencio?
Acúsame,
condéname,
soy culpable de abrazar tu imagen
y con ella alimentar mi mente;
segundo a segundo
mis manos te recorren lentamente,
sudorosas … expectantes;
te conocen,
son profesionales en el arte de aprenderte.
Soy culpable de invocarte en mi onírico pensar,
desnudarte en mi memoria
y clonar desde mi almohada
tus esencias, tus sabores, tu verdad;
el rítmico danzar de tus gemidos.
Me culpo de anhelar
establecerte en mi humedad.

¿Sabías que la luz con que brillaba no era propia?
Procedía de tu cabello,
del frescor de tu mirada;
era la luna en tu noviembre
que mi piel con fuego dibujaba;
era tu sol multiplicado en mi universo
que propagaba llamas a mi alma;
era tu voz liberadora
que a mi razón modificaba.

¿Te había hablado ya de mis alas oxidadas?
ellas flameaban solo al calor de tu presencia,
volaban con tu olor
por las ansias infinitas de quererte,
etéreas incansables al sonar de tu palabra.

Amor … dime,
¿Qué oración tengo que rezar para tenerte?

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